enero 28, 2010

Añorando...

Un día como cualquier otro, en una simple clínica de la ostentosa Ciudad de México se abrió el porton de la vida para un habitante más, talvez un futuro abogado, un soñador incansable o un simple chilango más en el censo demográfico de cada cuatro años...

Cuando niño creía en los reyes magos, veía con asombro el mundo y su maravilloso transcurrir misterioso, aquel que se esconde tras el rastro de un avión que cruza el cielo y tras de si deja esa línea, tan recta que pareciéra ser la indicada para mostrar los pasos que han de darse en el camino...

No paso mucho tiempo para que el niño comenzara a hablar y con ello a construir un tumulto de sueños, frases inolvidables como: ¡Papá! ¡Mamá! aquellas que sin ser complicadas tienen un gran significado tras de si...

De la misma manera en que recreaba el mundo a través de su tierna voz, fue aprendiendo a deconstruir, limitar y segregar por medio de burlas y apodos a sus compañeritos de escuela. Festivales y juntas escolares, fueron un escenario óptimo para hacerle llegar a sus padres un bagaje de quejas... ellos en ocasiones avergonzados y otras tantas llenos de enojo aplicaban el castigo correspondiente a la falta, eso si... "la ropa sucia se lava en casa" - decía su mamá cuando contaba la historia a la familia.

Como todo niño jugó con lodo, rompió unos cuantos pants que después fueron remendados con un parche en las rodillas, comió dulces sin parar, sufrió aquella furia de un cinturón de piel, se enamoró de mamá para después darse cuenta de que jamás podría casarse con ella...

La experiencia lo hizo entender que mojarse bajo la lluvia es divertido, pero que esto a veces trae consigo un fuerte dolor de garganta, que correr desaforadamente no es la mejor opción sobre todo cuando se trata de cruzar una avenida, todos sus días eran un nuevo despertar y cada vez lo aproximaban más al temido mundo de los adultos...

Cuando pequeño pensara que sería un vaquero del viejo oeste, un astronauta de la NASSA, el mejor polícia o bombero... al crecer al llegar el momento de decidirlo firmemente pensó en que profesión sería la mejor remunerada...

Así, sin darse cuenta fue víctima del tiempo, aquel que parece inerte pero que de manera imperceptible nos rebasa... un día en los que todo parecía andar mal, recordo las largas horas que pasaba mirando a través de la ventana las estrellas y la luna, deseó con todas sus fuerzas volver a ser un niño... recostado en su cama dio la espalda al firmamento y se quedó profundamente dormido...

Desde entonces camina entre la gente llevando impreso en la espalda un regalo del cielo, quien le cedio una de sus estrellas para que descansara sobre su hombro y le recordara nunca dejar de mirar hacia arriba, todo el m undo podía verla, comentaban al verlo... él , solo se sentía observado pero jamás entendió de que hablaban los demás...

Toda su vida la paso mirando al cielo, sin encontrar un fin o un motivo aparente, lo miró y reconoció su magnificencia pero jamás pudo sentirlo, porque nunca intento mirar hacia sí mismo para descubir que era parte de esa inmensidad que lo envolvía mágicamente por momentos, pero de la que terminaba huyendo asustado...